Festejo taurino en la plaza Mayor
En la transición de la década de los sesenta a los setenta (s. XX) se produjo en Abla una alteración de los eventos patronales celebrados en el centro neurálgico de la villa, a raíz de la sustitución del pavimento despejado de tierra por el cementado y la colocación de una rotonda central ajardinada. Como consecuencia de la remodelación urbanística, algunos actos festivos han perdurado como la Toma de la plaza y la procesión del “Día de la Patrona” mientras que otros han desaparecido, caso de la fiesta taurina y “los juegos patronales”. Recientemente, han surgido nuevas programaciones participativas en los últimos años (concursos de cata de mosto y platos típicos, etc.).
Antiguamente, la celebración en Abril de las Fiestas Mayores en honor de los Patronos de la localidad, los Santos Mártires Apolo, Isacio, Crotato y la Virgen del Buen Suceso, conllevaba una serie de festejos de diversa índole en la plaza Mayor: procesiones, conciertos, toros, juegos populares, espectáculos, fuegos artificiales, verbena popular, etc.
Tradicionalmente los festejos se iniciaban oficialmente el día 19 de Abril a las 12.30 horas con repique de campanas y el trueno anunciador o chupinazo desde el balcón del Ayuntamiento, que daba aviso del comienzo de las Fiestas Patronales. A continuación, se procedía a la Toma de la Plaza, un concierto ofrecido por la Banda Municipal que interpretaba un repertorio variado de música.
Con ocasión de la festividad de la Excelsa Patrona la Virgen del Buen Suceso, el día 20 de Abril, tras la celebración de la Santa Misa en el templo parroquial tenía lugar la procesión de los Patronos para “dar la vuelta a la plaza” y regresar a la Iglesia, acompañados por autoridades, clero, escuadra de gastadores, banda de cornetas y tambores, banda de música, feligresía y devotos en general.
Otro atractivo era la celebración de los “Juegos Patronales” o juegos populares, promocionados por la Comisión de Festejos, que diferían según la programación de cada año. Estaban destinados a los mozos atrevidos donde los ganadores obtenían un premio preestablecido. Los más usuales eran “las carreras” de sacos, cintas, burros, etc., cuyo vencedor recibía el galardón concedido por el Ayuntamiento. La cucaña probaba la habilidad de los jóvenes en un poste impregnado y resbaladizo, donde los competidores debían trepar hasta el extremo para coger el premio colocado. “La cuerda”, ponía a prueba la fuerza y destreza de dos grupos de concursantes tirando por los extremos, etc. Otro juego era “la olla de la suerte”, consistía en que cada participante con los ojos vendados debía romper con un palo una de las diversas ollas colgantes, que contenían agua, “papelillos”, una rata, etc. o el premio acertado.
En la Fiesta local no podía faltar “la corrida de toros”, que aparece documentada en un pleito de 1738 y posteriormente en un cartel taurino de 1927. El provisional coso de madera y cuadrilongo, instalado para la ocasión, se adaptaba a la plaza casicerrada y cuadrangular. Estaba formado por una “barrera” montada con palos roderos, a modo de valla que circundaba exteriormente al ruedo, donde se alojaban los burladeros, los tendidos, los palcos particulares y el reservado a la banda de música, que amenizaba el ambiente. La asistencia al espectáculo taurino era muy concurrida, incluidos los abulenses más humildes, que aprovechaban la entrada libre del último toro de la tarde.
La plaza central del pueblo cobraba vida en estas fechas, tanto con los festejos municipales, incluida la verbena popular, como con los puestos de los feriantes: “los turroneros”, la churrería, el tío vivo o “los caballitos”, la pequeña noria o “cunicas”, la caseta de tiro, las actuaciones de titiriteros ambulantes y otras atracciones de feria, donde el vecindario y visitantes asistían para disfrutar de estos días tan significativos del calendario local.